Page 37 - mago de oz
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—No lo sé, pero puedes venir conmigo si quieres.
Si Oz no te da un cerebro, no estarás peor de lo
que estás ahora.
—Eso es verdad —asintió el muñeco, y en tono
confidencial continuó—: Te diré, no me molesta
tener el cuerpo relleno de paja, porque así no me
hago daño con nada. Si alguien me pisa los pies
o me clava un alfiler en el pecho, no tiene
importancia porque no lo siento; pero no
quiero que la gente me tome por tonto, y si mi
cabeza sigue rellena de paja en lugar de tener
sesos, como los tienes tú, ¿cómo voy a saber
nunca nada?
—Te comprendo perfectamente —asintió la
niña, que realmente lo compadecía—. Si me
acompañas, pediré a Oz que haga lo que pueda
por ti.
—Gracias.
Ambos marcharon hacia el camino, Dorothy le
ayudó a saltar la cerca y juntos echaron a andar
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