Page 38 - mago de oz
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por la carretera amarilla en dirección a la Ciudad
Esmeralda.
Al principio, a Toto no le agradó el nuevo
acompañante. Dio vueltas alrededor del muñeco
sin dejar de husmearlo como si sospechara que
entre la paja había varios nidos de ratones, y a
menudo gruñía de manera muy poco amistosa.
—No le hagas caso a Toto —dijo Dorothy a su
nuevo amigo—. Nunca muerde.
—No tengo miedo —fue la respuesta—. A la
paja no le puede hacer daño. Ahora permite que
te lleve la cesta; no me molestará, pues nunca
me canso. —Y mientras continuaban la marcha
agregó—: Te confiaré un secreto: hay una sola
cosa a la que temo en el mundo.
—¿Y qué puede ser? —preguntó Dorothy—. ¿Es
el granjero Munchkin que te hizo?
—No —repuso el Espantapájaros—. Sólo le temo
al fuego.
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