Page 178 - Frankenstein
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pensando en el problema, pero me vi obligado
   a abandonar todo intento de reproducirlo. Así
   que, envuelto en mi capa, empecé a cruzar el
   bosque en dirección al sol poniente. Anduve
   durante tres días antes de llegar al campo abier-
   to. La noche anterior había caído una gran ne-
   vada, y los campos aparecían uniformemente
   blancos. El panorama era desconsolador, y noté
   que la húmeda sustancia fría que cubría el suelo
   me helaba los pies.
     Eran cerca de las siete de la mañana, y quería
   encontrar cobijo y comida. Por fin divisé en un
   montículo una pequeña cabaña que sin duda
   era la morada de algún pastor. Esto era nuevo
   para mí. La examiné con gran curiosidad y, al
   observar que la puerta se abría, entré. Sentado
   junto  al  fuego,  en  el  cual  se  preparaba  el  des-
   ayuno, se hallaba un anciano. Se volvió al oír el
   ruido; y, viéndome, salió de la cabaña gritando,
   y cruzó los campos a una velocidad apenas
   imaginable en persona tan debilitada. Me sor-
   prendieron su huida y su aspecto, distinto a
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