Page 283 - Frankenstein
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más con el diario de Clerval, gozoso y sensible
admirador del paisaje, que con las reflexiones
de esta criatura miserable, perseguido por una
maldición que impedía toda posibilidad de di-
cha.
Habíamos decidido bajar en barco por el Rin
desde Estrasburgo hasta Rotterdam, donde em-
barcaríamos para Londres. Durante este trayec-
to pasamos muchas islas cubiertas de sauces, y
vimos varias ciudades hermosas. Paramos un
día en Mannhein, y cinco días después de salir
de Estrasburgo llegábamos a Maguncia. A par-
tir de aquí, el curso del Rin se hace mucho más
pintoresco. El río desciende velozmente, ser-
penteando entre colinas no muy altas pero sí
escarpadas y de formas muy bellas. Vimos nu-
merosos castillos en ruinas, lejanos e inaccesi-
bles, que, rodeados de espesos y sombríos bos-
ques, se alzaban al borde de los despeñaderos.
Esta parte del Rin ofrece un paisaje de singular
variedad. Pueden verse irregulares montañas,
castillos en ruinas dominando tremendos pre-