Page 307 - Frankenstein
P. 307
los hombres, y que se escondería en los desier-
tos, pero ella no; ella, que con toda probabilidad
podría ser un animal capaz de pensar y razo-
nar, quizá se negase a aceptar un acuerdo efec-
tuado antes de su creación. Incluso podría ser
que se odiasen; la criatura que ya vivía aborre-
cía su propia fealdad, y ¿no podía ser que la
aborreciera aún más cuando se viera reflejado
en una versión femenina? Quizá ella también lo
despreciara y buscara la hermosura superior
del hombre; podría abandonarlo y él volvería a
encontrarse solo, más desesperado aún por la
nueva provocación de verse desairado por una
de su misma especie.
Y aunque abandonaran Europa, y habitaran
en los desiertos del Nuevo Mundo, una de las
primeras consecuencias de ese amor que tanto
ansiaba el vil ser serían los hijos. Se propagaría
entonces por la Tierra una raza de demonios
que podrían sumir a la especie humana en el
terror y hacer de su misma existencia algo pre-
cario. ¿Tenía yo derecho, en aras de mi propio