Page 95 - Frankenstein
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dos. Tranquilízanos a este respecto, y seremos los
seres más dichosos del mundo. Tu padre está tan
bien de salud, que parece haber rejuvenecido diez
años desde el invierno pasado. Ernest ha cambiado
tanto que apenas lo conocerías; va a cumplir los die-
ciséis y ha perdido el aspecto enfermizo que tenía
hace algunos años; tiene una vitalidad desbordante.
Mi tío y yo hablamos durante largo rato anoche
acerca de la profesión que Ernest debía elegir. Las
continuas enfermedades de su niñez le han impedido
crear hábitos de estudio. Ahora que goda de buena
salud, suele pasar el día al aire libre, escalando mon-
tañas o remando en el lago. Yo sugiero que se haga
granjero; ya sabes, primo, que esto ha sido un sueño
que siempre ha acariciado. La vida del granjero es
sana y feliz y es la profesión menos dañina, mejor
dicho, más beneficiosa de todas. Mi tío pensaba en la
abogacía para que, con su influencia, pudiera luego
hacerse juez. Pero, aparte de que no está capacitado
para ello en absoluto, creo que es más honroso culti-
var la tierra para sustento de la humanidad que ser
el confidente e incluso el cómplice de sus vicios, que
es la tarea del abogado. De que la labor de un granje-