Page 99 - Frankenstein
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menda vivacidad de antaño. Tampoco era la casa de
   su madre el lugar más adecuado para que recuperara
   su alegría. La pobre mujer era muy titubeante en su
   arrepentimiento. A veces le suplicaba a Justine que
   perdonara su maldad, pero con mayor frecuencia la
   culpaba de la muerte de sus hermanos y hermana. La
   obsesión constante acabó enfermando a la señora
   Moritz, lo cual agravó su irascibilidad. Ahora ya
   descansa en paz. Murió a principios de este invierno,
   al llegar los primeros fríos. Justine está de nuevo con
   nosotros, , y te aseguro que la amo tiernamente. Es
   muy inteligente y dulce, y muy bonita. Como te dije
   antes, sus gestos y expresión me recuerdan con fre-
   cuencia a mi querida tía.
     También quiero contarte algo, querido primo, del
   pequeño William. Me gustaría que lo vieras. Es muy
   alto para su edad; tiene los ojos azules, dulces y son-
   rientes, las pestañas oscuras y el pelo rizado. Cuando
   se ríe, le aparecen dos hoyuelos en las mejillas sonro-
   sadas. Ya ha tenido una o dos pequeñas novias, pero
   Louisa Biron es su favorita, una bonita criatura de
   cinco años.
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