Page 101 - Frankenstein
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––Querida, queridísima Elizabeth exclamé al
terminar su carta––, escribiré de inmediato para
aliviar la ansiedad que deben sentir.
Escribí, pero me fatigué mucho. Sin embargo,
había comenzado mi convalecencia y mejoraba
con rapidez. Al cabo de dos semanas pude
abandonar mi habitación.
Una de mis primeras obligaciones tras mi re-
cuperación era presentar a Clerval a los distin-
tos profesores de la universidad. Al hacerlo,
pasé muy malos ratos, poco convenientes a las
heridas que había sufrido mi mente. Desde
aquella noche fatídica, final de mi labor y prin-
cipio de mis desgracias, sentía un violento re-
chazo por el mero nombre de filosofía natural.
Incluso cuando me hube restablecido por com-
pleto, la sola visión de un instrumento químico
reavivaba mis síntomas nerviosos. Henry lo
había notado, y retiró todos los aparatos. Cam-
bió el aspecto de mi habitación, pues observó
que sentía repugnancia por el cuarto que había