Page 102 - Frankenstein
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sido mi laboratorio. Pero estos cuidados de
   Clerval no sirvieron de nada cuando visité a
   mis profesores. El señor Waldman me hirió
   aceradamente al alabar, con ardor y amabili-
   dad, los asombrosos adelantos que había hecho
   en las ciencias. Pronto observó que me disgus-
   taba el tema, pero, desconociendo la verdadera
   razón, lo atribuyó a mi modestia y pasó de mis
   progresos a centrarse en la ciencia misma, con
   la intención de interesarme. ¿Qué podía yo
   hacer? Con su afán de ayudarme, sólo me
   atormentaba. Era como si hubiera colocado ante
   mí, uno a uno y con mucho cuidado, aquellos
   instrumentos que posteriormente se utilizarían
   para proporcionarme una muerte lenta y cruel.
   Me torturaban sus palabras, mas no osaba ma-
   nifestar el dolor que sentía. Clerval, cuyos ojos
   y sensibilidad estaban siempre prontos para
   intuir las sensaciones de los demás, desvió el
   tema, alegando como excusa su absoluta igno-
   rancia,  y  la  conversación  tomó  un  rumbo  más
   general. De corazón le agradecí esto a mi ami-
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