Page 131 - Frankenstein
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se había esgrimido como prueba de su culpabi-
lidad, intentaba ahora dar la impresión de va-
lor. Al entrar recorrió con la vista la sala, y
pronto descubrió el lugar donde nos encontrá-
bamos sentados. Los ojos parecieron nublársele
al vernos, pero pronto se dominó, y una mirada
de pesaroso afecto pareció atestiguar su com-
pleta inocencia.
Empezó el juicio; cuando los fiscales hubieron
expuesto su informe, se llamó a varios testigos.
Había varios hechos aislado que se combinaban
en su contra, y que hubieran desorientado cual-
quiera que no tuviera, como yo, la seguridad de
su inocencia Había pasado fuera de casa toda la
noche del crimen, y, amanecer, una mujer del
mercado la había visto cerca del lugar donde
más tarde se encontraría el cadáver del niño
asesinado. La mujer le preguntó qué hacía allí,
pero Justine, de forma muy extraña, le había
contestado confusa e ininteligiblemente. Regre-
só a casa hacia las ocho de la mañana; y cuando
alguien quiso sabe dónde había pasado la no-