Page 177 - Frankenstein
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brasas cuando parecían a punto de extinguirse.
Cuando de nuevo cayó la noche, descubrí gozo-
so que el fuego, aparte de dar calor, también
daba luz. Descubrí que también podía utilizar
el fuego para mi alimentación, gracias a los res-
tos de comida que algún viajero dejó abando-
nados. Vi que éstos estaban asados y que eran
más sabrosos que las bayas que recogía. Intenté,
pues, hacer lo mismo con mis alimentos y des-
cubrí que, así, las bayas se estropeaban pero
que las nueces y raíces tenían un sabor mucho
más agradable.
Pronto empezaron a escasear los alimentos, y
a menudo pasaba un día entero buscando en
vano algunas bellotas con las que calmar mi
hambre. Entonces resolví abandonar el lugar
donde había habitado hasta aquel momento y
buscar otro en el cual pudiera satisfacer mis
necesidades con mayor facilidad. Lo que más
lamentaba de esta emigración era la pérdida del
fuego, que tan casualmente había encontrado y
que no sabía cómo encender. Pasé varias horas