Page 182 - Frankenstein
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beber el agua cristalina que corría cerca de mi
   refugio. El suelo estaba algo levantado, de ma-
   nera que permanecía seco y, por encontrarse
   cerca de la chimenea de la casa, era moderada-
   mente caliente.
     Así provisto, me dispuse a permanecer en es-
   ta choza hasta que ocurriera algo que modifica-
   ra mi decisión. Comparada con mi anterior mo-
   rada, el desangelado bosque donde las ramas
   goteaban lluvia y el suelo estaba mojado, era en
   verdad un paraíso. Desayuné con fruición, y me
   disponía a levantar un madero para sacar agua
   cuando escuché pasos y vi, por una rendija, a
   una muchacha que, balanceando un cubo en la
   cabeza, pasaba por delante de mi cobertizo. Era
   joven y de aspecto dulce, distinta de lo que más
   tarde he comprobado que son los labriegos y
   los criados de las granjas. Iba vestida humilde-
   mente, con una tosca falda azul y una chaqueta
   de paño. Sus cabellos rubios estaban trenzados
   pero no llevaba adornos. Sus facciones revela-
   ban resignación, pero su aspecto era triste. La
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