Page 181 - Frankenstein
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ra, que me protegía de las inclemencias del
   tiempo y, sobre todo, de la barbarie del hombre.
     No bien hubo amanecido, salí de mi cubil pa-
   ra observar la casa adyacente y ver si me era
   posible seguir en mi refugio recién encontrado.
   Estaba adosado a la parte posterior de la casa y
   lo cerraban una pocilga y un estanque de agua
   clara. El otro lado, por el que había entrado,
   quedaba abierto. Procedí a tapar con piedras y
   leña todos los orificios por los cuales pudieran
   verme, pero de tal forma que me fuera posible
   apartarlas para salir. La única luz que entraba
   procedía de la pocilga, pero era suficiente para
   mí.
     Tras haber arreglado así mi vivienda, y haber-
   la alfombrado con paja limpia, me oculté, pues
   divisé en la distancia la figura de un hombre y
   recordaba demasiado bien el tratamiento reci-
   bido la noche anterior como para encomendar-
   me a él. Afortunadamente tenía comida para
   ese día, pues había robado una hogaza y una
   taza, que me servía mejor que las manos para
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