Page 180 - Frankenstein
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las mejores casas; pero apenas si había puesto el
pie en el umbral cuando unos niños empezaron
a chillar, y una mujer se desmayó. Todo el pue-
blo se alborotó; unos huyeron, otros me ataca-
ron hasta que, magullado por las piedras y
otros objetos arrojadizos, escapé al campo. Me
refugié temerosamente en un cobertizo de techo
bajo, vacío, que contrastaba poderosamente con
los palacios que había visto en el pueblo. Este
cobertizo, sin embargo, estaba adosado a una
casa de aspecto bonito y aseado, pero tras mi
reciente y desafortunada experiencia no me
atreví a entrar en ella. Mi refugio era de made-
ra, pero de techo tan bajo, que apenas podía
permanecer sentado sin tener que agachar la
cabeza. No había madera en el suelo, que era de
tierra, pero estaba seco; y aunque el viento se
filtraba por numerosas rendijas, encontré que
era un asilo agradable para protegerme de la
nieve y la lluvia.
Aquí, pues, me metí y me tumbé, contento de
haber encontrado un lugar, por pobre que fue-