Page 203 - Frankenstein
P. 203

con radiantes sonrisas. Agatha, la dulce Agatha,
   cubría de besos las manos de la extranjera, y,
   señalando a su hermano, parecía querer indi-
   carle por señas lo triste que había estado antes
   de su llegada. Así transcurrieron algunas horas,
   en el curso de las cuales manifestaron una ale-
   gría, cuya razón yo no alcanzaba a comprender.
   De pronto descubrí, por la frecuente repetición
   de un sonido, que la extranjera trataba de imi-
   tar, que intentaba aprender su lengua. Al ins-
   tante  se  me  ocurrió  que  yo,  con  el  mismo  fin,
   podía valerme de la misma enseñanza. La ex-
   tranjera aprendió unas veinte palabras en esta
   primera lección, la mayoría de las cuales yo ya
   conocía.
     Al caer la noche, Agatha y la muchacha árabe
   se retiraron pronto a descansar. Cuando se se-
   pararon, Félix besó la mano de la extranjera y
   dijo:
     ––Buenas noches, dulce Safie.
     El permaneció despierto largo rato, conver-
   sando con su padre. Por las numerosas veces
   198   199   200   201   202   203   204   205   206   207   208