Page 204 - Frankenstein
P. 204

que repetían su nombre supuse que hablaban
   de la hermosa huésped. Me hubiera gustado
   entenderlos, y presté gran atención, pero me
   resultó del todo imposible.
     A la mañana siguiente Félix marchó a su tra-
   bajo; y, cuando terminaron las tareas cotidianas
   de Agatha, la muchacha árabe se sentó a los
   pies del anciano, y, cogiendo su guitarra, tocó
   unos aires de tan conmovedora belleza, que al
   punto me hicieron derramar lágrimas de triste-
   za y admiración. Cantó, y su voz era modulada
   y rica en cadencias, como la del ruiseñor.
     Cuando hubo terminado, le dio la guitarra a
   Agatha, que en un principio se mostró reacia a
   tomarla. Luego tocó una sencilla tonadilla.
   También cantó, con dulce voz, pero muy distin-
   ta de la maravillosa modulación de la extranje-
   ra. El anciano estaba embelesado, y dijo algo
   que Agatha intentó explicarle a Safie. Parecía
   quererle decir que con su música le producía un
   gran placer.
   199   200   201   202   203   204   205   206   207   208   209