Page 209 - Frankenstein
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Era más ágil, y podía subsistir a base de una
dieta más tosca; soportaba mejor el frío y el
calor; mi estatura era muy superior a la suya.
Cuando miraba a mi alrededor, ni veía ni oía
hablar de nadie que se pareciese a mí. ¿Era,
pues, yo verdaderamente un monstruo, una
mancha sobre la Tierra, de la que todos huían y
a la que todos rechazaban?
No puedo describir la angustia que estos pen-
samientos me causaban. Intentaba desecharlos,
pero la tristeza me aumentaba a medida que me
iba instruyendo. ¡Por qué no me habría queda-
do en mi bosque, donde ni conocía ni experi-
mentaba otras sensaciones que las del hambre,
la sed y el calor!
¡Qué extraña naturaleza la del saber! Se aferra
a la mente, de la cual ha tomado posesión, co-
mo el liquen a la roca. A veces deseaba deste-
rrar de mí todo pensamiento, todo afecto; pero
aprendí que sólo había una manera de impo-
nerse al dolor y ésa era la muerte, estado que
me asustaba aunque aún no lo entendía. Admi-