Page 288 - Frankenstein
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calman mi corazón, tan angustiado por su re-
   cuerdo. Continuaré mi relato.
     Dejamos Colonia y descendimos a las llanuras
   de Holanda, donde decidimos continuar por
   tierra el resto del viaje, pues el viento era desfa-
   vorable y–– la corriente del río demasiado lenta
   para ayudarnos.
     Aquí nuestro viaje perdió el interés que el
   magnífico paisaje había proporcionado hasta
   ahora; pero a los pocos días llegamos a Rotter-
   dam desde donde proseguimos viaje a Inglate-
   rra por mar. Era una límpida mañana, de fina-
   les de diciembre, cuando vi por primera vez los
   blancos acantilados de Gran Bretaña. Las orillas
   del Támesis ofrecían un nuevo paisaje; eran
   llanas pero fértiles, y casi todas las ciudades se
   significaban por algún recuerdo histórico. Vi-
   mos el fuerte Tilbury, y recordamos la Armada
   Invencible; Gravesend, Woolwich y Greenwich,
   lugares de los que había oído hablar ya en mi
   país.
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