Page 327 - Frankenstein
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y a la luz de las linternas vieron que se había
caído sobre el cuerpo de un hombre que parecía
muerto. En un principio supusieron que era el
cadáver de un ahogado que el mar habría arro-
jado sobre la playa; pero al examinarlo descu-
brieron que no tenía las ropas mojadas y que el
cuerpo aún no estaba frío. Lo llevaron de inme-
diato a casa de una anciana que vivía cerca e
intentaron, en vano, devolverle la vida. Era un
joven bien parecido de unos veinticinco años.
Parecían haberlo estrangulado, pues no se apre-
ciaban señales de violencia salvo la negra huella
de unos dedos en la garganta.
La primera parte de esta declaración carecía
de todo interés para mí; pero cuando oí men-
cionar la huella de los dedos, recordé el asesina-
to de mi hermano, y me inquieté en extremo;
me temblaban las piernas y se me nubló la vis-
ta, de manera que tuve que .apoyarme en una
silla. El magistrado me observaba con atención,
e indudablemente extrajo de mi actitud una
impresión desfavorable.