Page 362 - Frankenstein
P. 362

lor o a algún presentimiento, me sentía más y
   más deprimido. Pero ocultaba mis sentimientos
   bajo muestras de alborozo que llenaban de di-
   cha el rostro de mi padre, pero apenas si conse-
   guían engañar la mirada más atenta de Eliza-
   beth. Mi prima esperaba nuestra unión con una
   serena alegría, no exenta del temor despertado
   por las recientes desgracias, de que lo que ahora
   parecía una felicidad tangible pudiera desapa-
   recer  como  un  sueño,  sin  dejar  más  huella  que
   un profundo y eterno pesar.
     Se hicieron los preparativos para el aconteci-
   miento; recibimos numerosas visitas que, son-
   rientes, nos felicitaban. Yo disimulaba cuanto
   podía la ansiedad que me corroía el corazón, y
   acepté con fingido ardor los planes de mi pa-
   dre, aunque sólo fueran a servir de decorado
   para mi tragedia. Se nos compró una casa no
   lejos de Cologny, que, por estar cerca de Gine-
   bra, nos permitiría disfrutar del campo y sin
   embargo visitar a mi padre cada día, pues él,
   con  el  fin  de  que  Ernest  pudiera  proseguir  sus
   357   358   359   360   361   362   363   364   365   366   367