Page 63 - Frankenstein
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incluso parodiar el mundo invisible con su
propia sombra.
Me fui contento con el profesor y su conferen-
cia, y lo visité esa misma tarde. Sus modales
resultaron en privado aún más atractivos y
complacientes que en público; pues durante la
conferencia su apariencia reflejaba una digni-
dad, que sustituía en su casa por afecto y ama-
bilidad. Escuchó con atención lo que le conté
respecto de mis estudios, sonriendo, pero sin el
desdén del señor Krempe, ante los nombres de
Cornelius Agrippa y Paracelso. Dijo que «a la
entrega infatigable de estos hombres debían los
filósofos modernos los cimientos de su sabidu-
ría. Nos habían legado, como tarea más fácil, el
dar nuevos nombres y clasificar adecuadamen-
te los datos que en gran medida ellos habían
sacado a la luz. El trabajo de los genios, por
muy desorientados que estén, siempre suele
revertir a la larga en sólidas ventajas para la
humanidad». Escuché sus palabras, pronuncia-
das sin alarde ni presunción, y añadí que su