Page 61 - Frankenstein
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pleta soledad. Pero al comenzar la semana si-
   guiente recordé la información que sobre las
   conferencias me había dado el señor Krempe, y
   aunque no pensaba escuchar al fatuo hombreci-
   llo pronunciando sentencias desde la cátedra,
   me vino a la memoria lo que había dicho sobre
   el señor Waldman, al cual aún no había conoci-
   do por hallarse fuera de la ciudad. En parte por
   curiosidad  y  en  parte  por  ocio,  me  dirigí  a  la
   sala de conferencias, donde poco después hizo
   su entrada el señor Waldman. Era muy distinto
   de su colega. Aparentaba tener unos cincuenta
   años, pero su aspecto demostraba una gran
   benevolencia. Sus sienes aparecían levemente
   encanecidas, pero tenía el resto del pelo casi
   negro. No era alto pero sí erguido, y tenía la
   voz más dulce que hasta entonces había oído.
   Empezó su conferencia con un resumen históri-
   co de la química y los diversos progresos lleva-
   dos a cabo por los sabios, pronunciando con
   gran respeto el nombre de los investigadores
   más relevantes. Pasó entonces a hacer una ex-
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