Page 59 - Frankenstein
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Al  responder   afirmativamente,   el  señor
   Krempe continuó con énfasis:
     ––Ha malgastado cada minuto invertido en
   esos libros. Se ha embotado la memoria de teo-
   rías rebasadas y nombres inútiles, ¡Dios mío!
   ¿En qué desierto ha vivido usted que no había
   nadie lo suficientemente caritativo como para
   informarle de que esas fantasías que tan con-
   cienzudamente ha absorbido tienen va mil años
   y están tan caducas como anticuadas? No espe-
   raba encontrarme con un discípulo de Alberto
   Magno y Paracelso en esta época ilustrada. Mi
   buen señor, deberá empezar de nuevo sus estu-
   dios.
     Y diciendo esto, se apartó, me hizo una lista
   de libros sobre filosofía natural, que me pidió
   que leyera, y me despidió, comunicándome que
   a principios de la semana próxima comenzaría
   un seminario sobre filosofía natural y sus im-
   plicaciones generales, y que el señor Waldman,
   un colega suyo, en días alternos a él hablaría de
   química.
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