Page 60 - Frankenstein
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Regresé a casa no del todo disgustado, pues
hacía tiempo que yo mismo consideraba inúti-
les a aquellos autores tan desaprobados por el
profesor, si bien no me sentía demasiado incli-
nado a leer los libros que conseguí bajo su re-
comendación. El señor Krempe era un hombre-
cillo fornido, de voz ruda y desagradable aspec-
to, y por tanto me predisponía poco en favor de
su doctrina. Además yo sentía cierto desprecio
por la aplicación de la filosofía natural moder-
na. Era muy distinto cuando los maestros de la
ciencia buscaban la inmortalidad y el poder;
tales enfoques, si bien carentes de valor, tenían
grandeza; pero ahora el panorama había cam-
biado. El objetivo del investigador parecía limi-
tarse a la aniquilación de las expectativas sobre
las cuales se fundaba todo mi interés por la
ciencia. Se me pedía que trocara quimeras de
infinita grandeza por realidades de escaso va-
lor.
Estos fueron mis pensamientos durante los
dos o tres primeros días que pasé en casi com-