Page 86 - Frankenstein
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Como alguien que, en un solitario camino,
Avanza con miedo y terror,
Y habiéndose vuelto una vez, continúa,
Sin volver la cabeza ya más,
Porque sabe que cerca, detrás,
Tiene a un terrible enemigo.
Así llegué por fin al albergue donde solían
detenerse las diligencias y carruajes. Aquí me
detuve, sin saber por qué, y permanecí un rato
contemplando cómo se acercaba un vehículo
desde el final de la calle. Cuando estuvo más
cerca vi que era una diligencia suiza. Paró de-
lante de mí y al abrirse la puerta reconocí a
Henry Clerval, que, al verme, bajó enseguida.
––Mi querido Frankenstein ––gritó—. ¡Qué
alegría! ¡Qué suerte que estuvieras aquí justa-
mente ahora!
Nada podría igualar mi gozo al verlo. Su pre-
sencia traía recuerdos de mi padre, de Elizabeth
y de esas escenas hogareñas tan queridas. Le