Page 88 - Frankenstein
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––Bien, y contentos; aunque algo inquietos
por la falta de noticias tuyas. Por cierto, que yo
mismo pienso sermonearte un poco. Pero, que-
rido Frankenstein continuó, deteniéndose
de pronto y mirándome fijamente––, no me
había dado cuenta de tu mal aspecto. Pareces
enfermo; ¡estás muy pálido y delgado! Como si
llevaras varias noches en vela.
––Estás en lo cierto. He estado tan ocupado
últimamente que, como ves, no he podido des-
cansar lo suficiente. Pero espero sinceramente
que mis tareas hayan concluido y pueda estar
ya más libre.
Temblaba; era incapaz de pensar, y mucho
menos de referirme a los sucesos de la noche
pasada. Apresuré el paso, y pronto llegamos a
la universidad. Pensé entonces, y esto me hizo
estremecer, que la criatura que había dejado en
mi habitación aún podía encontrarse allí viva, y
en libertad. Temía ver a este monstruo, pero me
horrorizaba aún más que Henry lo descubriera.
Le rogué, por tanto, que esperara unos minutos