Page 92 - Frankenstein
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Muy poco a poco, y con numerosas recaídas
que inquietaban y apenaban a mi amigo, me
repuse. Recuerdo que la primera vez que con
un atisbo de placer me pude fijar en los objetos
a mí alrededor, observé que habían desapareci-
do las hojas muertas, y tiernos brotes cubrían
los árboles que daban sombra a mi ventana. Fue
una primavera deliciosa, y la estación contribu-
yó mucho a mi mejoría. Sentí renacer en mí
sentimientos de afecto y alegría; desapareció mi
pesadumbre, y pronto recuperé la animación
que tenía antes de sucumbir a mi horrible obse-
sión.
Querido Clerval ––exclamé un día—, ¡qué
bueno eres conmigo! En vez de dedicar el in-
vierno al estudio, como habías planeado, lo has
pasado junto a mi lecho. ¿Cómo podré pagarte
esto jamás? Siento el mayor remordimiento por
los trastornos que te he causado. Pero ¿me per-
donarás, verdad?
Me consideraré bien pagado si dejas de ator-
mentarte y te recuperas rápidamente, y puesto