Page 148 - Vuelta al mundo en 80 dias
P. 148
sabía hacer frente al mar, no perdió rumbo, ni aun disminuyó la fuerza del vapor. La
"Enriqueta", cuando no podía elevarse sobre la ola, la atravesaba, y su puente quedaba
barrido, pero pasaba. Algunas veces la hélice tam-bién salía fuera de las aguas, batiendo el
aire con sus enloquecidas alas, cuando alguna montaña de agua levantaba la popa; pero el
buque iba siempre avan-zando.
El viento, sin embargo, no arreció todo lo que hubiese podido temerse. No fue uno de esos
huracaes que pasan con velocidad de noventa millas por hora. No pasó de una fuerza
regular; mas, por desgracia, sopló con obstinación por el Sureste, no permitiendo utilizar el
velamen, y eso que, como vamos a verlo, hubiera sido muy conveniente acudir en ayuda del
vapor.
El 16 de diciembre no había todavía retraso de cuidado, porque era el día septuagésimo
quinto desde la salida de Londres. La mitad de la travesía estaba hecha ya, y ya habían
quedado atrás los peo-res parajes. En verano se hubiera podido responder del éxito, pero en
invierno se estaba a merced de los temporales. Picaporte abrigaba alguna esperan-za, y si el
viento faltaba, al menos contaba con el vapor.
Precisamente aquel día, el maquinista tuvo sobre cubierta alguna conversación viva con
mister Fogg.
Sin saber por qué, y por presentimiento, Picaporte experimentó viva inquietud. Hubiera
dado una de sus orejas por oír con la otra lo que decían. Pudo al fin recoger algunas
palabras, y entre otras, las siguientes, pronunciadas por su amo:
¿Estáis cierto de lo que aseguráis?
Seguro, señor. No olvidéis que, desde nuestra salida, estamos caldeando con todas las
hornillas encendidas, y si tenemos bastante carbón para ir a poco vapor de Nueva York a
Burdeos, no lo hay para ir a todo vapor de Nueva York a Liverpool.
Resolveré respondió mister Fogg.
Picaporte había comprendido, y se apoderó de él una inquietud mortal.
Iba a faltar carbón.
¡Ah! decía para sí , será hombre famoso mi amo, si vence esta dificultad.
Y habiendo encontrado a Fix, no pudo menos de ponerlo al corriente de la situación, pero el
inspector le contestó con los dientes apretados:
Entonces, ¿creéis que vamos a Liverpool?
¡Pardiez!
Imbécil respondió el agente, encogiéndose de hombros.