Page 150 - Vuelta al mundo en 80 dias
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¡No, por mil pares de demonios, no!
¡Es que voy a tener que quemarlo!
¡Quemar mi buque!
Sí, todo lo alto, porque estamos sin combustible.
¡Quemar mi buque! ¡Un buque que vale cin-cuenta mil dólares!
Aquí tenéis sesenta mil respondió Phileas Fogg, ofreciendo al capitán un paquete de
billetes.
Esto hizo un efecto prodigioso sobre Andrés Spe-edy. No se puede ser americano sin que la
vista de sesenta mil dólares cause alguna sensación. El capitán olvidó por un momento la
cólera, su encierro y todas las quejas contra el pasajero. ¡Su buque tenía veinte años, y este
negocio podía hacerlo de oro! La bomba ya no podía estallar, porque mister Fogg te había
qui-tado la mecha.
¿Y me quedaré el casco de hierro? dijo el capitán con tono singularmente
suavizado.
El caso de hierro y la máquina. ¿Es cosa con-cluida?
Concluida.
Y Andrés Speedy, tomando el paquete de billetes, los contó, haciéndolos desaparecer en el
bolsillo.
Durante esta escena, Picaporte estaba descolorido. En cuanto a Fix, por poco le da un
ataque se sangre. ¡Cerca de veinte mil libras gastadas, y aún dejaba Fogg al vendedor el
casco y la máquina; es decir, casi el valor total del buque! Es verdad que la suma robada al
Banco ascendía a cincuenta y cinco mil libras.
Después de haberse metido el capitán el dinero en el bolsillo, le dijo mister Fogg:
No os asombréis de todo esto, porque habéis de saber que pierdo veinte mil libras si no
estoy en Lon-dres el 21 a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche. No llegué a
tiempo al vapor de Nueva York, y como os negabais a llevarme a Liverpool...
Y bien hecho, por los cincuenta mil diablos del infierno exclamó Andrés Speedy ,
porque salgo ganando lo menos cuarenta mil dólares.
Y luego añadió con más formalidad : ¿sabéis una cosa, capitán ... ?
Fogg.