Page 55 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Sir Francis Cromarty, que conocía los efectos de la embriaguez, producida por la inhalación
de los vapo-res del cáñamo, no abrigaba inquietud alguna.
Pero si el restablecimiento de la joven india no inquietaba el ánimo del brigadier general,
no tenía igual tranquilidad al pensar en el porvenir. No vaciló, pues, en decir a Phileas Fogg
que si Aouida se quedaba en la India, volvería a caer inevitablemente en manos de sus
verdugos. Estos energúmenos se extendían por toda la península, y ciertamente que, a pesar
de la policía ingle-sa, recobrarían su víctima, fuese en Madrás, Bombay o Calcuta. Y sir
Francis Cromarty, citaba en apoyo de su dicho un hecho de igual naturaleza que había
ocurrido recientemente. A su modo de pensar, lajoven no estaría segura sino marchándose
del Indostán.
Phileas Fogg respondió que tendría presentes estas observaciones. y resolvería.
Hacia las diez, el guía anunciaba la estación de Hallahabad. Allí arrancaba de nuevo la
interrumpida vía, cuyos trenes recorren en menos de un día y una noche la distancia que
separa a Allahabad de Calcuta.
Phileas Fogg debía pues llegar a tiempo para tomar el vapor que partía al día siguiente, 25
de octu-bre a mediodía, en dirección a Hong Kong.
La joven fue depositada en un cuarto de la esta-ción. Se encargó a Picaporte que fuese a
comprar para ella algunos objetos de tocador, vestido, chal, abrigos, etc., lo que encontrase.
Su amo le abría ilimitado cré-dito.
Picaporte partió al punto y recorrió las calles de la población. Allahabad es la Ciudad de
Dios, una de las más veneradas de la India, en razón de estar construi-da sobre la
confluencia de los dos ríos sagrados, el Ganges y el Jumna, cuyas aguas atraen a los
pere-grinos de todo el Indostán. Sabido es, por otra parte, que, según las leyendas del
ramayana, el Ganges nace en el Cielo, desde donde, gracias a Brahma, baja hasta la Tierra.
Mientras hacía sus compras, Picaporte vio la ciu-dad, antes defendida por un fuerte
magnífico, que se ha convertido en prisión de Estado. Ya no hay comer-cio ni industria en
esta población, antes industrial y mercantil. Picaporte, que buscaba en vano una tienda de
novedades, como si hubiera estado en Regent Stre-et, a algunos pasos de Farmer y Cía, no
halló más que a un revendedor, viejo judío dificultoso, que le diese los objetos que
necesitaba, un vestido de tela escoce-sa, un ancho mantón y un magnífico abrigo de pieles
de nutria, por todo lo cual no vaciló en dar setenta y cinco libras. Y luego se volvió
triunfante a la estación.
Aouida empezaba a volver en sí. La influencia a que la habían sometido los sacerdotes de
Pillaji, se iba disipando poco a poco, y sus hermosos ojos recobra-ban toda su dulzura
hindú.
Cuando el rey poeta, Uzaf Uddaul, celebra los encantos de la reina de Almehnagra, se
expresa así: