Page 56 - Vuelta al mundo en 80 dias
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"Su brillante cabellera, regulan nente dividida en dos partes, sirve de cerco a los contornos
armoniosos de sus mejillas delicadas y blancas, brillantes de lustre y de frescura. Sus cejas
de ébano tienen la forma y la fuerza del arco de Kama, dios del amor, y bajo sus pestañas
sedosas, en la pupila negra de sus grandes ojos límpi-dos, nadan como en los lagos
sagrados del Himalaya los más puros reflejos de la celeste luz. Finos, iguales y blancos, sus
dientes resplandecen entre la sonrisa de sus labios, como gota de rocío en el seno medio
cerrado de una flor de granado. Sus lindas orejas de curvas simé-tricas, sus manos
sonrosadas, sus piececitos arqueados y tiernos como las yemas del lotus, brillan con el
res-plandor de las más bellas perlas de Ceylán, de los más bellos diamantes de Golconda.
Su delgada y flexible cintura que puede abarcarse con una sola mano, realza la elegante
configuración de sus redondeadas caderas y la riqueza de su busto, en que la juventud en
flor osten-ta sus más perfectos tesoros; y bajo los pliegues sedosos de su túnica, parece
haber sido modelada en plata por la mano divina de Vicvacarma, el escultor eterno."
Pero sin toda esa amplificación poética basta decir que Aouida, la viuda del rajá de
Bundelkund, era una hermosa mujer en toda la acepcion europea de la pala-bra. Hablaba
inglés con suma pureza, y el guía no había exagerado al afirmar que esa joven parsi había
sido transformaa por la educación.
Entretanto, el tren iba a dejar la estación de Alia-habad. El parsi estaba esperando. Mi ster
Fogg le pagó lo convenido, sin darle un penique de más. Esto asom-bró algo a Picaporte,
que sabía todo lo que debía su amo a la adhesión del guía. El parsi había en efecto
arriesgado voluntariamente la vida en el lance de Pilla-ji, y si más tarde los indios llegasen
a saberlo, con difi-cultad se libraría de su venganza.
Quedaba también por ventilar la cuestión de Kiou-ni. ¿Qué harían de un elefante que tan
caro había cos-tado?
Pero Phileas Fogg había adoptado ya una resolu-ción.
Parsi dijo al guía , has sido servicial y adic-to. He pagado tu servicio, pero no tu
adhesión. ¿,Quie-res ese elefante? Es tuyo.
Los ojos del guía brillaron.
¡Es una fortuna lo que Vuestro Honor me da! exclamó.
Acéptala respondióle mister Fogg ; y aún seré deudor tuyo.
Enhorabuena exclamó Picaporte . Toma, amigo mío, Kiouni es animal animoso Y
valiente.
Y yendo hacia el elefante le ofreció algunos terro-nes de azúcar, diciendo:
¡Toma, Kiouni, toma, toma!