Page 87 - Vuelta al mundo en 80 dias
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por encima de un diván circular. En medio había una mesa, alumbrada por una lámpara a
                  prueba de vaivén. Era aquello muy peque-no, pero muy limpio.

                   Siento no pc>deros ofrecer otra cosa mejor  dijo mister Fogg a Fix, que se inclinó sin
                  responder.

                  El inspector de policía sentía cierta humillación en aprovechar así los obsequios de mister
                  Fogg.

                   ¡Seguramente   decía para sí , que es un bri-bón muy cortés; pero es un bribón!

                  A las tres y diez minutos se izaron las velas. El pabellón de Inglaterra ondulaba en el
                  cangrejo de la goleta. Los pasajeros estaban sentados en el puente. Mister Fogg y mistress
                  Aouida dirigieron una pos-trera mirada al muelle, a fin de ver si Picaporte apa-recía.

                  Fix no dejaba de tener su miedo, porque la casua-lidad hubiera podido guiar hasta aquel
                  paraje al des-graciado muchacho a quien había tratado tan indigna-mente, y entonces
                  hubiera habido una explicación desventajosa para el agente.

                  Pero el francés no se vio, y sin duda estaba toda-vía bajo la influencia del embrutecimiento
                  nar-cótico.

                  Por fin el patrón John Bunsby pasó mar afuera, y tomando el viento con cangreja, mesana y
                  foques, se lanzó ondulando sobre las aguas.



                  XXI


                  Era expedición aventurada la de aquella navegación de ochocientas millas sobre una
                  embarcación de veinte toneladas y, especialmente, en aquella época del año. Los mares de
                  la China son generalmente malos; están expuestos a borrascas terribles, principalmente
                  durante los equinoccios, y todavía no habían transcu-rrido los primeros días de noviembre.

                  Muy ventajoso hubiera sido, evidentemente, para el piloto, el conducir a los viajeros a
                  Yokohama, pues-to que le pagaban a tanto por día; pero arrostraría la grave imprudencia de
                  intentar semejante travesía en rsas condiciones, y era ya bastante audacia, si no temeridad,
                  el subir hasta Shangai. Tenía, sin embargo, John Bunsby confianza en su "Tankadera", que
                  se ele-vaba sobre el oleaje como una malva, y quizá no iba descaminado.

                  Durante las últimas horas de esta jornada, la "Tan-kadera" navegó por los caprichosos
                  pasos de Hong-Kong, y en todas sus maniobras, y cerrada al viento su popa, se condujo
                  admirablemente.

                   No necesito, piloto   dijo Phileas Fogg, en el momento en que la goleta salía mar
                  afuera , reco-mendaros toda la posible diligencia.
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