Page 89 - Vuelta al mundo en 80 dias
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estaba. Por otra parte, la "Tankade-ra" llevaba admirablemente el trapo, con gran calado de
agua, y todo estaba preparado para aferrar inmedia-tamente, en caso de chubasco.
A medianoche, Phileas Fogg y Aouida bajaron a la cámara. Fix les había precedido y se
había tendido en el diván. En cuanto al piloto y sus hombres, permane-cieron toda la noche
sobre cubierta.
El siguiente día, 8 de noviembre, al salir el sol, la goleta había andado más de cien millas.
El "loch" indicaba que el promedio de velocidad estaba entre ocho y nueve millas. La
"Tankadera", durante esta jor-nada, no se alejó sensiblemente de la costa, cuyas corrientes
le eran favorables. La tenían a cinco millas, lo más, por babor, y aquella costa,
irregularmente per-filada, aparecía de vez en cuando, entre algunos claros. Viniendo el
viento de tierra, la mar era menos fuerte; circunstancia feliz para la goleta, porque las
embarca-ciones de poca cabida sufren por el oleaje, que corta su velocidad y las mata,
empleando la expresión de aque-llos marinos.
A mediodía, la brisa amainó algo, y fue llamada al sureste. El piloto mandó desplegar los
cuchillos, pero al cabo de dos horas los aferró, porque el viento volvía a arreciar.
Mister Fogg y la joven, afortunadamente refractarios al mal de mar, comieron con apetito
las conservas y la galleta de a bordo. Convidaron a Fix, quien tuvo que aceptar, sabiendo
que es tan necesario dar lastre al estó-mago como a los buques; pero esto lo contrariaba.
¡Via-jar a expensas de aquel hombre, nutrirse con sus propios víveres, le parecía algo
desleal! Sin embargo, comió; con algún melindre, es verdad; pero al fin comió.
Con todo, después de terminada la comida, creyó que debía llamar a mister Fogg aparte, y
le dijo:
Caballero...
Esta palabra "caballero" le escocía algo, y aun se contenía para no echar mano al pescuezo
de aquel "caballero".
Caballero, habéis estado muy obsequioso ofre-ciendome pasaje; pero, aunque mis
recuerdos no me permiten obrar con tanta holgura como vos, entiendo pagar mi escote...
No hablemos de eso, caballero.
Pero si me empeño...
No, señor repitió Fogg con voz que no admi-tía réplica . Eso entra en los gastos
generales.
Fix se inclinó; se ahogaba, y, yendo a recostarse a proa, no volvió a hablar palabra en todo
el día.