Page 67 - Coleccion d elibros de lectura
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Es el yaqui, que lo carga con una
mano para sumergirlo de nuevo en
el río y lo devuelve a las manos de la
mujer que cuidadosamente le lava
hasta las orejas. Galeano no reconoce
su propio olor; lo han vestido de
gamuza como acostumbran ellos.
Le han adornado la cabeza con una
pluma blanca sostenida por una tira de
cuero que le rodea su melena limpia.
Esa noche, la mujer lo duerme
junto a ella, arrullándolo con sus
risas y una tonadilla incomprensible Está a punto de quedarse dormido,
y suave. Galo se siente tranquilo, no cuando descubre en el cielo una
tiene hambre ni frío, aunque no le estrella fugaz; entonces recuerda
gustó que lo bañaran. lo bien que se sentía cuando su
mamá lo cargaba en su rebozo
tibiecito.
Los años pasaron, y volví a
encontrarme con Galeano en el
desierto de Sonora. Era un jinete ligero
y animoso que hablaba la lengua de
los yaquis. Lo llamaban “Alma Fuerte”.
Le tomé una foto, luego se la di y la
puso dentro de su traje de gamuza. Por
cierto, los yaquis todavía la guardan.
Si te gustó esta historia, lee Noticias de fin de siglo,
en la que un joven vocero anuncia las noticias
de la prensa del México porfirista. Búscala en las
Bibliotecas Escolar y de Aula.
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