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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Con una de las personas que más admiraba y quería, su padre, un Capitán de Ejército, Jorge Enrique Blanlot en los Polvorines del Ejército, en 1960, Batuco.
cargo de los Polvorines del Ejército, comenzó a integrarla en su actividad militar. Vivianne Blanlot cree que ella fue el hijo que él siempre quiso tener. Así, la despertaba temprano en la mañana y le decía: “Muy bien, conscripto Blanlot, ahora tenemos que realizar la ronda correspondiente”, y la llevaba a pie a recorrer todo el destacamento militar. “Yo me tomaba esto muy en serio, porque lo sentía como absolutamente verdadero, pese a que una parte de mí sabía que era un juego”.
Era la regalona de su padre, algo que a medida de los años se intensificó y fue tomando distintos carices. Él le inculcó la importancia de la justicia social, el amor por la política, por la cultura, por la educación, por los libros, por la ingeniería, la energía. Fue el soporte emocional para resistir los embates de la vida, para relacionarse de igual a igual con todo tipo de hombres, tanto que vino a sentir el efecto del machismo recién cerca de los 35 años.
El primer cambio en su vida fue trasladarse de la seguridad de la población militar de Batuco, cerca de Santiago, a la lejana Punta Arenas, enclavada en la inmensidad de la Patagonia, en medio de los paisajes sin límites, cuando tenía seis años, en compañía de su madre y su hermana menor, de cuatro.
“Mi padre fue milico toda su vida, pero era un hombre distinto, era un intelectual, una persona interesada en la política, preocupado de su entorno social, de cultivarse, de leer mucho. Ya instalados en Tierra del Fuego, se inscribió en la Democracia Cristiana y con el tiempo fue dirigente político. Si bien él era agnóstico, a mí me criaron como católica. Fue un período maravilloso, súper activo, en que
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