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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
de fragilidad por mucho tiempo, con enormes pérdidas económicas.
“Esto empezó en 2003 y alcanzó su clímax en 2007, entonces ahí vino la crisis completa; todas las empresas que estaban en contra de mi postura inicial, me llamaban... algunas de las cuales me ofrecieron consultorías. La vida tiene muchas vueltas. Hace poco el ministro Máximo Pacheco vino a realizar la regulación del sistema de transmisión exactamente como yo lo propuse en 2003, pero 12 años más tarde”.
Igual que en el caso medioambiental, gracias a la batalla que libró, a su dedicación, esmero, firmeza y legado, el sector de la energía en Chile hoy es otro, moderno, bien regulado y mucho más confiable.
Pero eso todavía no se veía; por el contrario, de lo que más se hablaba en esa época no era de los méritos de la ejecutiva, sino que por el contrario, los comentarios se dirigían a la “proverbial inflexibilidad” de Vivianne Blanlot en todas sus distintas actuaciones y acciones. Una inflexibilidad e intransigencia pocas veces antes vistas en un funcionario público y mucho menos en una mujer. Admirable y temible.
El Valor de la Inflexibilidad
En el management moderno, donde la flexibilidad es ley de oro, por la imperiosa necesidad de adaptarse, de manera constante, a entornos cada vez más cambiante e inciertos, ser calificada así equivalía al mayor desprestigio.
Como head-hunters hemos comprobado en varias oportunidades que no siempre la inflexibilidad es negativa, porque no siempre es expresión de miedo. Por el contrario, existe “una buena inflexibilidad”, loable y casi heroica, valiente, que consiste en mantenerse firme e inalterable frente a la vulneración de valores fundamentales y de la cultura organizacional. Carecer de esa firmeza puede terminar destruyendo la credibilidad de las empresas y del liderazgo.
Esa realidad fue comprendida por el mercado muy lentamente, en la medida en que, de manera paradojal, Vivienne Blanlot era despedida una y otra vez de sus sucesivos cargos. Porque cada rechazo implicaba la defensa de un valor. Y así, con el correr del tiempo, su inflexibilidad se fue transformando en su fortaleza, lo que restableció las confianzas y probó que la inflexibilidad incluye la virtud de la lealtad, porque no serlo, en un momento dado, puede equivaler a una traición.
Esa reconciliación ocurrió mucho tiempo después, cuando alguna de esas mismas personas y organizaciones que le dieron vuelta la espalda, al ver que sí tenía razón, la convocaron como asesora o como integrante de sus directorios.
Sí, porque los verdaderos líderes siempre se esmeran por hacer lo correcto, no
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