Page 235 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  Cómo Tener Espaldas Duras
Su primer empleo fue en un lugar familiar, donde su padre también se había desempeñado, en la empresa de las legendarias camisas Van Heusen en el área de productos del grupo Eblen. Allí, —cuenta con simpatía—, “me tuvieron contando botones y alfileres en una bodega por mucho tiempo...”
Pero a los dos años se abrió a una vacante en L’Oreal Chile en 1994 para la División de Productos de Lujo, con marcas tan atractivas como Lancôme, Helena Rubinstein, Armani, Cacharel. Se enteró por la llamada de una buena amiga de la universidad y comprendió que aquello era toda una promesa de un nuevo mundo para ella, femenino, moderno, sofisticado, lleno de actividad. En resumen, mucho más interesante de lo que estaba haciendo hasta ahora. Y como a ella le fascinaba el márketing y se cansaba pronto de la rutina, postuló con todas sus ganas.
Una vez seleccionada, con gran emoción fue a la primera reunión con la máxima autoridad de la empresa para Chile, un ejecutivo francés que lo primero que hizo fue decirle, con gran firmeza y convicción: “Fuera de tener la inteligencia y las habilidades técnicas naturales para trabajar aquí, lo más importante es tener espaldas duras. Y esto, debido a que existen mercados muy competitivos, donde surgen grandes presiones internas y tienes que saber caer y levantarte rápido”. Aquella fue una enseñanza que la acompañó durante toda la vida.
Para Janet Awad ese período de seis años fue una fiesta, tanto que pronto fue ascendida al cargo de Directora de Marcas de Helena Rubinstein. Pero su trabajo tenía un grave problema: era demasiado exigente, con muy poco equilibrio entre el trabajo y la vida familiar, y ella ya se había casado con el ingeniero Rodrigo Muñoz Droguett y tenía a sus dos hijos chicos, a los que adoraba, Sebastián, hoy de 27 años, ingeniero comercial, trabaja en Nestlé y, Carolina, de 25 años, que cursa en la actualidad un Magíster en Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Era tanta la presión laboral, que muchas veces debió asistir a eventos incluso durante el fin de semana: “Yo me escapaba del trabajo, para estar con mis hijos. A veces llegaba tarde, justo para bañarlos y luego volvía a la pega. Siempre estuve y sigo estando arriba de todo...por ejemplo, mis hijos no comieron un colado en su vida...”, señala con determinación y un cierto orgullo.
De modo que cuando en 1998 una oficina de head-hunters la contactó para ofrecerle el cargo de jefa de Márketing y Comunicaciones de Sodexo, fue un verdadero alivio. Pensó que finalmente podría colocar a su familia en el centro, pero no sabía que el trabajo en la multinacional sería aun más vertiginoso, al punto de que al año de ingresar la designaban como vicepresidenta de Comunicaciones
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