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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Fue ese el momento en que ella desplegó lo mejor de su liderazgo, un liderazgo con fuerza moral.
Chile se encontraba en una posición desfavorable por partida doble, primero por el tema del TLC y luego por ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad, es decir, con derecho a voto, pero no veto, casi como un “león sin dientes”, como diría el filósofo y autor canadiense Matshona Dhliwayo.
Estados Unidos comenzó a prepararse para la guerra meses antes y estaba acortando los tiempos por las condiciones climáticas del desierto. El Pentágono no esperaría más allá de la tercera semana de marzo para iniciar la invasión, porque muy pronto, el calor y el viento harían imposible operar en el lugar.
En enero de 2003, Estados Unidos presentaba un proyecto de resolución para iniciar la guerra de Irak, que se postergó hasta marzo en que se votó: “Nosotros lo único que pedíamos era que se extendiera el plazo, pero en cambio crecía la presión por invadir de Estados Unidos, Inglaterra y España. Incluso Jack Straw, el famoso ministro de Relaciones Exteriores británico, me llamaba para conseguir nuestro voto y para anunciarme visita, dado que, a su juicio, por teléfono estos asuntos nunca se resuelven tan bien como de manera presencial. Yo le decía que no se le ocurriera pisar tierra chilena, porque, uno, nadie en Chile quería la guerra con Irak y dos, la oposición no le perdonaba que fuera el autor del encarcelamiento de Pinochet...”.
La votación en contra de la resolución presentada por Estados Unidos fue histórica. La potencia, en una acción casi desesperada, ya contaba con la aceptación de los tres países africanos, Camerún, Angola y Guinea, que formaban parte del grupo de las seis naciones miembros no permanentes. A esas alturas Soledad Alvear se sentía muy constreñida, pero así y todo no le tembló la voz en esa sesión impresionante de principios de marzo de 2003 al fundamentar, ante una concurrida audiencia, en el Consejo de Seguridad, transmitida por televisión a todo el mundo, la negativa de Chile de apoyar una guerra que consideraba ilegal e ilegítima.
Al Rescate del TLC con EE.UU.
Fue la primera en hablar, vestida con un impecable e inolvidable traje rojo, que la hacía destacar entre sus pares masculinos. Con sus manos juntas y sus dedos entrelazados, exhibía una actitud que proyectaba un autocontrol ejemplar, una tranquilidad abismante, que ocultaba todo el nerviosismo y la tensión que sentía en ese momento.
Su actuación no sólo le valió aparecer como una figura destacada en el film-documental del director Oliver Stone titulado “W”, sino que también
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