Page 254 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
P. 254

Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  recomendada “doble opción” de Helmut Schmidt. Y con razón, porque a pocas semanas de la visita del ministro de Relaciones Exteriores soviético a Bonn y algunos meses después de Salt II, dos días después de la Navidad de 1979, tenía lugar la útima invasión del imperio soviético que extendía, por primera vez en su historia, su influencia más allá del territorio tradicional del Pacto de Varsovia.
El mundo entero entraba en un estado de shock cuando fuerzas especiales soviéticas asesinaron al Primer Ministro de Afganistán y ese mismo día las fuerzas armadas cruzaban la frontera norte para dar inicio a lo que después se llamaría “el Vietnam ruso”. Afganistán caía en menos de 24 horas y la guerra se prolongaría por una década.
De un solo golpe comenzaba a agonizar Salt II, la détente y todo intento de pacificación. Europa y Estados Unidos endurecían sus posiciones y, por instrucciones de un Carter bastante más decidido, se aumentaba el gasto militar norteamericano. Su Gobierno terminaba por convencerse de la necesidad de desplegar los denominados “euromisiles” en territorio europeo.
En pocas horas el mundo pasaba de la euforia de la pacificación a una crisis total, con un escenario impensable, el corazón de Europa.
El canciller Schmidt, tal vez uno de los pocos líderes occidentales que comprendió a tiempo la creciente amenaza, se esforzaba por mantener el diálogo abierto con los soviéticos, porque temía una situación peor aún: una ruptura total entre las superpotencias y la instalación de “otro 1914”, es decir de algo similar a la Primera Guerra Mundial.
A mediados de julio de 1980, cuando Occidente congelaba toda relación con el bloque soviético, Schmidt, en un esfuerzo casi heroico, realizaba su quinta visita a Moscú, en un intento por dialogar directamente con Brezhnev, pero todo lo logrado en ese encuentro comenzó a escaparse de las manos del Premier alemán, porque la elección del Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, algunos meses después, en vez de calmar la situación mundial, la exacerbó al límite. El punto de vista de la nueva administración era que con los soviéticos solo era posible negociar desde una posición de fuerza.
Por primera vez en décadas, las manifestaciones por la paz dejaron de ser el resultado de grupos aislados, de entusiastas que buscaban contagiar al resto de la comunidad con marchas y consignas. Ahora, en la medida en que la tensión mundial crecía, una buena parte de la sociedad civil luchaba para impedir la instalación de los misiles norteamericanos en territorio europeo. Muchos sospechaban que se trató de una maniobra soviética, pero como haya sido, en ese período se crearon poderosas entidades pacifistas, como la Organización Internacional de Médicos para Evitar la Guerra Nuclear, que cinco años después
254


























































































   252   253   254   255   256