Page 274 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
P. 274

Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  mantenerlo de manera horizontal y que: “Haga cada uno lo que pueda, pensando globalmente, pero actuando de manera local, con el mandato de promover la paz en todas sus dimensiones”.
Un poco decepcionante, pero por otra parte atractivo, porque le daba a todas las comunidades “planetarias” la libertad de organizarse, según sus intereses para luchar, a su manera, a favor de este elemento tan esquivo que estaba probando ser la paz. En ese contexto y en una demostración de la importancia que el grupo seguidor de la Iniciativa Planetaria chilena le asignaba a este movimiento, se decidió crear una Universidad para la Paz, donde se le enseñaría a las nuevas generaciones la importancia de preservarla.
“Pero lamentablemente esto no resultó, porque ocurrieron muchas cosas. Pese a que Sergio Vergara compró una casa en la calle Antonia López de Bello para que Lola pudiera enseñar sobre la paz, ella enfermó y la visitó apenas una o dos veces. Por otra parte, tratamos por todos los medios de organizarnos como universidad, e incluso viajamos a Costa Rica a entrevistarnos con los directivos de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas y pecamos de ingenuidad, porque lo más que logramos fue que las personas que nos recibieron decodificaron nuestra presencia como delegados del Gobierno militar, que deseábamos crear una organización de ese estilo para ‘blanquear su imagen’. Además en Chile, para tener estatus de universidad teníamos que impartir carreras tradicionales como psicología y un currículo aprobado por el Consejo de Rectores. De modo que el proyecto quedó hasta ahí, pero dejó una huella que se prolonga hasta el día de hoy, puesto que finalmente terminanos formando una organización que, sin ser universidad, trabajaría por promover la paz y todos esos valores en los que creíamos. Así nació la Casa de la Paz, que ha perdurado por 34 años”, expresa Ximena Abogabir.
A modo de anécdota comenta la fundadora de esa organización, “a pesar de todos los cambios experimentados, lo único que nunca se transformó fue el nombre de la institución. Cada vez que un nuevo integrante se incorporaba al directorio, planteaba la necesidad de cambiarle el nombre, ya que Casa de la Paz se asociaba a una funeraria, a una casa de reposo o a un cementerio. Sin embargo, después de debatir primaba la intención de resignificar el concepto de paz, más que abandonarlo, por considerar que estaba plenamente vigente. En cada ocasión pudimos constatar que la paz era más necesaria que nunca, aunque tal vez asociada a diferentes problemáticas, como la discriminación, la pobreza, la violencia intrafamiliar, el deterioro ambiental, entre otras cosas”.
Pero más allá de lo anecdótico, tal vez la clave de la larga trayectoria e impacto en la sociedad chilena de esta peculiar ONG, un indiscutido agente de cambio, es que nunca estuvo apoyada ni dependió de ninguna institución. Las bases sobre
274




























































































   272   273   274   275   276