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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
Su padre, Ernesto Alvear, fue el mejor ejemplo de vida de Soledad Alvear; fue quien le enseñó a perseverar, a amar a la patria y a resistir.
había que contratar a 800 fiscales; a administradores de tribunales, que no existían, porque los jueces no podían realizarlo todo; era preciso contar con alguien que fijara las audiencias, que se preocupara de disponer de las salas adecuadas; de que en el juicio oral, por ejemplo, estuvieran todos los testigos; de que existiera una presencia permanente de expertos en computación.
“Ahora veo todo esto como una verdadera hazaña; no sé de dónde saqué toda esa energía; me pasaba las noches enteras trabajando y seguía como si nada. No todas las personas pueden ser ministros de Estado; necesitan de un gran sentido de servicio público, vocación, estabilidad familiar. Por ejemplo, si yo no hubiera tenido un marido que se preocupara de nuestros hijos, si Gutenberg hubiera sido machista, jamás habría tenido yo la disponibilidad de tiempo como para desempeñarme en todos esos ministerios... hasta el día de hoy hago el menú diario y él va a comprar, lista en mano”.
Está consciente, sin embargo, de las críticas que en la actualidad se hacen al sistema, tras casi dos décadas de vigencia. “Lo de la puerta rotatoria no es cierto, hay que ver las cifras. Lo que ocurrió es que no se siguió avanzando y
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