Page 54 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  Una líder nata que, como tantos dirigentes, no tuvo mucho control sobre las circunstancias, pero que sí supo responder a ellas de la manera más adecuada y que basó su liderazgo en el talento propio y en el de quienes la rodearon. Supo sacar al espíritu heroico que habitaba en su interior de manera instintiva, operando en un universo diverso y de grandes transformaciones.
Orientó gran parte de sus energías a poner en práctica sus valores e inducir al resto que también lo hiciera. Es más, fue una conductora por el imperativo de sus propios valores y condicionada por ellos. Tenía que darles salida a todos esos principios, acumulados desde la infancia y adolescencia en su ADN.
Con los pies en la tierra, con valores intransables y los ojos en el cielo, fue desarrollando un liderazgo ágil, que aprovechó y creó grandes oportunidades, para ella y para otros, a través de herramientas como la paciencia, el diálogo, el respeto y pasión, la conexión con sus emociones y la de los otros. Fue un liderazgo perfeccionista y ambicioso que nunca se conformó con lo que conseguía. Los mejores años de su vida se los entregó al servicio de la patria, incesantemente, porque los hechos comenzaron a sucederse como una marejada tormentosa, siempre con un nuevo oleaje de renovados y atractivos desafíos, por lo que se vio obligada a seguir aprendiendo, y por lo tanto, a crecer de manera permanente. El liderazgo fue para ella una tarea constante.
Pero, ¿Cómo llegó a ello?, ¿Quiénes fueron sus maestros, sus gestores, los líderes de la líder, aquellos que le enseñaron a interpretar, pensar, proyectarse?
Uno de sus grandes ejemplos fue el de su padre, Ernesto Alvear, un hombre a quien califica como extraordinario para su época. Periodista deportivo de Revista “Ercilla”, diario “La Nación” y comentarista radial. Conocido por la opinión pública por ser uno de los principales impulsores en 1962 de la Copa Mundial de Fútbol, pese a los problemas financieros que existían y la lejanía del territorio nacional. Un líder también obstinado y perseverante que siempre buscaba mejorar su posición y la del resto.
Lo que es menos conocido de este personaje que llegó a ser un importante dirigente del fútbol chileno, fueron sus tremendos sufrimientos infantiles y juveniles que le imprimieron una resiliencia a toda prueba, que, al parecer, supo traspasar a su progenie.
Había nacido en Tacna, cuando ese lugar era todavía chileno, debido a que su padre, el abuelo de Soledad Alvear, que era militar, era trasladado, de manera constante por motivos de trabajo a distintas ciudades del país. La madre moría cuando tenía apenas tres años y su padre viudo, lo llevó a Santiago para internarlo en un colegio y desentenderse, en la práctica, del niño. Lo mismo hizo con sus dos hijas en un colegio femenino.
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