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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
formada en la tradición de un Estado de derecho”.
El regreso de la luna de miel, en ese sentido, fue triste por un tema de principios y porque, debido al golpe quedaron cesantes ambos de inmediato, ya que los partidos políticos y sus integrantes quedaban proscritos. Vivían con los 200 dólares que les dejaba una beca que tenía Soledad Alvear que en ese período estudiaba un Magíster de Sociología.
Así y todo, los ahorros de un período anterior les permitieron dar el aporte inicial para su primera casa, en calle Los Canales, en Las Condes, una vivienda pareada.
Cuando murió su padre, que vivía con su madre en el bungalow de Ñuñoa, justo en el límite de esa comuna con Providencia, su madre consideró que no podía seguir en ese lugar tan lleno de recuerdos, y decidió trasladarse a un departamento en Lyon con Providencia, a condición de que una de las tres hijas ocupara la propiedad y ésta no se vendiera. Mucho tiempo después Soledad Alvear y su familia se trasladaron a Nuñoa, pero la mayor parte de su vida matrimonial transcurrió en la casa de Los Canales, donde nacieron sus tres hijos.
Soledad tenía verdaderas ansias de ser madre, pero su primer embarazo fue muy difícil. “Los últimos tres meses, mejor ni recordarlos, porque los tuve que pasar en cama; tenía una dilatación de varios centímetros y cualquier movimiento me podría hacer perder a mi hija, a Claudita, y yo lo único que quería era ser mamá. No existe nada más grande en el mundo que serlo; uno de los momentos más felices de mi vida han sido los embarazos. Habría querido tener seis hijos, pero no pude. En mi último embarazo estuve con una tremenda retención de líquido, los pies hinchados, al punto que sólo podía usar chalas en el verano, pero me sentía radiante y cuando terminaba el parto me invadía una sensación de plenitud única”, comenta.
Los Detenidos Desaparecidos
Para sobrevivir y mientras se vivían los primeros meses del Gobierno militar, con un grupo de amigos armaron un estudio de abogados, pero no fue muy fructífero, porque eran muy jóvenes, sin trayectoria y democratacristianos. “No nos querían para nada, de hecho, varios de los nuestros estaban en el exilio, Jaime Castillo, Claudio Huepe, entre otros”, expresa.
Su padre le había enseñado a vivir “sencillamente, para que otros puedan sencillamente vivir” y jamás tuvo una necesidad importante durante el período. “La periodista Raquel Correa me entrevistó varias veces, en las tres carteras en las
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