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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
ENÓLOGA PUESTA A PRUEBA
Su primer trabajo, tras egresar de la carrera de Agronomía de la Universidad de Chile fue en la Viña San Pedro, donde sus dueños la consideraban como un “experimento”, por ser muy joven y mujer.
Antes de hacerse cargo, el dueño, don Guillermo Stein,
le pidió garantías de que si se casaba continuaría en la viña y que no “contaría” los secretos de su nuevo trabajo.
LA PRIMERA BATALLA
Como la calidad de su trabajo era impecable, los propietarios la consideraron apta para hacerse cargo de una nueva adquisición, Viña Santa Helena, para lo cual le asignaron a un tutor.
Pero el supervisor era de un machismo tan evidente que frustraba todas sus iniciativas. Finalmente fue despedido
y le permitieron elegir
a su propio coach.
crecer y multiplicarse en cualquier lugar, en cualquier suelo, en cualquiera latitud”.
Fue así como su tesis versó sobre un tema muy adelantado y moderno para la época: la “Importancia del Terroir en la Producción de Vinos”, un concepto totalmente desconocido para la industria chilena, al extremo de que al lugar donde se plantaban las vides le decían los profesionales de la época simplemente “el campo”.
El término terroir recién vino a conocerse en la década de los 90 cuando se instaló en Chile el empresario español Miguel Torres, uno de los primeros extranjeros que valoró la producción nacional.
Al egresar de la Facultad de Agronomía, María de la Luz Marín se convirtió en la tercera enóloga chilena y en la primera en trabajar en el sector privado. Su primer desempeño fue en Viñas San Pedro, una experiencia fascinante, pero muy difícil para la que era la única mujer profesional del establecimiento, quien además era muy joven, con apenas 26 años. Su validación fue extremadamente complicada, hasta que, al final, el dueño de la empresa, Guillermo Stein, decidió tomar, de manera personal, la decisión de contratarla o dejarla ir.
“En ese entonces don Guillermo debe haber tenido unos 80 años. Me invitó a ingresar a su oficina y lo primero que me dijo: '¿Cómo voy a saber que cuando Ud. se case y tenga hijos seguirá en este trabajo? Y lo segundo: ¿Cómo voy a saber que Ud. será capaz de guardar los secretos de la empresa?'. Yo le contesté que, respecto de los secretos, contarlos o no contarlos, no tenía nada que ver con ser hombre o ser mujer. Y en torno de lo primero, sí efectivamente pensaba casarme y tener hijos el día de mañana, pero eso no me impediría que continuara trabajando, porque
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