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Muros. Historia viva













              La visita del rey Alfonso XIII





                      l 28 de agosto del año 1900, a las cinco de la tarde, arribó al puerto de
                      Muros el yate «Giralda», a bordo del cual viajaba la Familia Real Es-
               Epañola. La misma estaba compuesta entonces por el rey don Alfonso
            XIII; la reina regente, doña María Cristina; la princesa de Asturias, doña María
            de las Mercedes y la Infanta, doña María Teresa. Acompañaba al séquito real el
            presidente del consejo de ministros y ministro de Marina, don Francisco Silvela.
            El yate real llegó escoltado por una flotilla en la que viajaban otras importantes
            personalidades como el duque de Sotomayor, mayordomo de palacio, que via-
            jaba junto con la familia Real en el Giralda; la duquesa de San Carlos, María
            Luisa de Carvajal y Dávalos; el conde de Sepúlveda; el doctor Ledesma y una
            considerable cantidad de militares de alta graduación. Todo el Pueblo de Muros
            se volcó en el recibimiento.
               Unas 900 embarcaciones salieron a esperar su llegada a la boca de la ría para
            acompañar a la comisión hasta el puerto, donde fue recibida con una salva de 21
            cañonazos ante una gran multitud que esperaba su desembarco. La Villa había
            sido profusamente engalanada para la ocasión y la gente coreaba vivas al Rey
            y agitaba banderas. Una vez fondeado el yate real, tanto las autoridades civiles
            cómo eclesiásticas fueron a saludar al monarca, siendo recibidos por los miem-
            bros de la corte, que se comprometieron a desembarcar al día siguiente. Sobre las
            ocho de la noche fondeó el resto de la escuadrilla que le hacía de escolta.
               El 29 de agosto, a las 10 de la mañana, desembarcó la Familia Real al com-
            pleto junto con los miembros de su servidumbre. Fueron recibidos en el muelle
            por las autoridades mientras tocaba una banda de música y eran acogidos por la
            muchedumbre.

               La Guardia Civil había montado un gran dispositivo de seguridad desde el
            desembarcadero hasta la colegiata, reforzados por una compañía del batallón de
            Zaragoza. Después del protocolario recibimiento se dirigieron hacia la iglesia
            de Santa María del Campo, la cual estaba también engalanada para la ocasión.


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