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Editorial







                Hace ocho años y cinco meses el gobierno espurio de Felipe Calderón ejecutó el decreto
                de extinción de Luz y Fuerza del Centro; para llevarlo a cabo, consultó con su gabinete y
                todos los gobernadores de los estados, además del jefe de gobierno de la Ciudad de México
                de ese entonces. Por tal motivo, la toma violenta de las instalaciones por parte del ejército
                y las fuerzas policiacas constituyó en los hechos una decisión de Estado, decretada por
                el Ejecutivo con la complicidad de los otros dos Poderes de la Unión, el Legislativo y el
                Judicial.

                    La decisión de Estado fue la respuesta a la posición actuante y única que durante años
                nuestra organización sindical mantuvo en contra de las pretensiones privatizadoras del
                sector energético y la entrega de la riqueza del país a la oligarquía nacional e internacional.
                Después del decreto y con el SME sin su fuente de empleo, sin su contrato colectivo y con
                su fuerza disminuida, el camino de la privatización había sido allanado; así los oligarcas
                pudieron  cumplir  sus  objetivos  desnacionalizadores  a  través  de  las  llamadas  reformas
                estructurales.

                    Desde entonces, el Sindicato Mexicano de Electricistas enfrentó una feroz campaña
                mediática, con odio de clase sin precedentes, al menos no recientes, sufriendo la fractura
                de su membresía al liquidarse una buena parte de trabajadores que le creyeron más al
                gobierno y sus promesas, que a la fuerza y a la historia de su organización sindical. Para
                cumplir  esta  labor  de  zapa  el  gobierno  contó  con  el  esquirolaje  de  personajes  que  se
                alejaron de la organización y se prestaron al perverso juego de la división, convirtiéndose
                así en colaboracionistas del gobierno que pretendía la disolución forzada del Sindicato.

                    El  SME  ha  tenido  que  sobrevivir  con  su  digna  resistencia  todo  este  tiempo  en  un
                entorno diferente al de antes del decreto de extinción. Hoy el escenario es totalmente
                neoliberal  y  antiobrero,  con  una  Constitución  mutilada  en  su  parte  esencial,  una  Ley
                Federal del Trabajo que precariza el trabajo y el salario, y una condición de despojo en el
                sector eléctrico producto de la apertura indiscriminada al capital, generada por la reforma
                energética.

                    Después del aberrante fallo de la Suprema Corte de Justicia en 2013, la digna resistencia
                ha  realizado  un  gran  esfuerzo  para  alcanzar  una  negociación  política  con  el  gobierno
                federal, los acuerdos tomados por amplia mayoría en nuestras asambleas generales nos
                han permitido darle claridad y rumbo a una salida negociada al con licto.

                    La  negociación  nos  colocó  en  una  ruta  que  se  convierte  en  un  nuevo  paradigma
                sindical, rescatando nuestra naturaleza histórica y social de un organismo de resistencia y
                defensa de los trabajadores con nuevos componentes. En el marco de la nueva regulación
                legal del sector eléctrico hemos creado con un socio capitalista una empresa generadora
                de  electricidad  denominada  Fénix,  con  la  que  se  ha  irmado ̀ un  contrato  colectivo  de
                trabajo, lo que le da vigencia a nuestra existencia como organización sindical; también,
                para la comercialización de la energía generada, la creación de una comercializadora y dos
                suministradoras, una de usuarios caliicados ̀ y otra de usuarios básicos, que fortalecerán
                nuestra  alianza  estratégica  con  la  Asamblea  Nacional  de  Usuarios;  además,  con  la
                recuperación de los bienes y los medios de producción que hoy tenemos como resultado
                de la negociación política, hemos constituido la Cooperativa LF del Centro.












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