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Con tan solo seis años en el colegio, siento que experimenté lo que muchos llamarían
                                                     una vida entera. En este tiempo me replanteé en varias ocasiones mi forma de ser y
                                                     pensar, qué cosas eran lo que de verdad disfrutaba y, lo más importante, en quién me
                                                     quería convertir. Me di cuenta de que más allá de lo académico, en el colegio se vivían
                                                     momentos clave para nuestro desarrollo, se forjaban amistades que ayudaban en
                                                     nuestro crecimiento personal, experimentábamos una gran variedad de situaciones
                                                     en donde plantaríamos los cimientos de nuestra personalidad y, además, durante
                                                     todo este proceso encontramos las maneras de divertirnos saliendo de las rutinas y
                                                     de sentirnos bien con lo que estábamos logrando.
                                                     La verdad es que el colegio no es el encargado de formarnos como personas, eso lo
                                                     logramos cada uno. Lo que me brindaron durante estos años fueron oportunidades
                                                     y herramientas para que yo mismo me formara; por esto, debemos dar gracias a
                                                     todas las personas que, en cierta forma, influyeron para que dispusiésemos de estas
                                                     oportunidades. Quiero agradecer a mis padres, la principal razón de que estudiara en
                                                     el San Ignacio; a todos los profesores y directivos que estuvieron presentes en mi
                                                     proceso, en especial a aquellos que se preocupaban genuinamente por mí, y a todos
                                                     mis compañeros y amigos, gracias a los cuales esta etapa fue tan especial. Nunca
                                                     olvidaré todas esas situaciones exageradamente divertidas y bizarras las cuales me
                                                     servirán de anécdotas en un futuro. Tal vez no tenga palabras de agradecimiento
                                                     para ellas, pero de igual manera tengo que admitir la importancia de aquellas perso-
                                                     nas que solo presentaron obstáculos y problemas en mi proceso, pues gracias a ellos
                                                     aprendí lecciones importantes para el camino.
                                                     Nunca esperé que acabara esta etapa de mi vida, pero ya que sucedió, me siento
                                                     preparado para las que vienen.
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