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Recuerdo ese primer día en el colegio jugando con mis nuevos compañeros
y con ansias de ir a chutar a las canchas de fútbol, sin pensar que algún día se
iba a cerrar ese ciclo de mi vida lleno de inmensas alegrías, algunas tristezas y
muchos recuerdos. Siempre vi tan lejos graduarme del colegio que ahora que
lo estoy viviendo es inimaginable ponerle fin. Hoy, no queda más que agrade-
cer a mi familia que siempre ha estado para mí, apoyándome en todas las
decisiones de mi vida; sin ellos no sería lo que soy hoy. Agradezco a todos
esos profesores que creyeron en mí, me aportaron de una manera u otra a
creer en mí y crecer como persona. A mis amigos, que están en las buenas y
en las malas, a Isabella que me ha hecho sentir como una persona única y
afortunada y que siempre podré contar con ella y, finalmente, al colegio
porque me ha hecho sentir como en mi segunda casa, llenándome de valores
para la vida que me han permitido ser la persona que hoy soy. Es duro que
este último año de colegio no me pude despedir como lo anhelaba con mis
compañeros, pero estoy orgulloso de poder culminar mi etapa como estu-
diante, con la mejor actitud para todo el camino que me queda por recorrer.
Me llevo el colegio en el corazón y a muchas personas que estuvieron en este
camino. Muchas gracias, Colegio San Ignacio, gratitud y orgullo de ser Igna-
ciano.
“Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”.
(Abraham Lincoln).