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En enero de 2015 llegué al colegio San Ignacio, y nunca me habría imaginado que sería
tan feliz. Los años que estuve en el colegio estuvieron llenos de aprendizaje y emociones
indescriptibles; todas las personas que conocí me dejaron una gran enseñanza para mi
vida, desde los profesores con su pasión y deseo por enseñar y dar lo mejor de sí
mismos, hasta mis compañeros y amigos con los que he vivido tantas experiencias. Es
difícil ver cómo esta etapa de mi vida llega a su fin, que de aquí en adelante cambiarán
muchas cosas y que dejaré atrás este colegio que tanto me enseñó y en el que com-
prendí el verdadero significado de la amistad.
Quiero agradecerle a mi familia por apoyarme y acompañarme en cada una de mis
decisiones. Quiero agradecerle a Muñe, porque siempre me motivó a dar lo mejor de mí;
a Fercho, por todas sus enseñanzas y su pasión por transmitir su conocimiento; al Zorro,
porque como acompañante siempre quiso mostrarnos el mejor camino y es un gran ser
humano. También decirles gracias a mis amigos, porque me mostraron que lo importante
no es tener muchos, sino los correctos: Agus, mi mejor amigo, que siempre está ahí
cuando lo necesito; Trujillo, que es una de las personas más nobles que conozco; Majo
Velásquez, porque eres mi amiga de la infancia y las experiencias que hemos vivido
juntas son inolvidables; Chiki, porque se convirtió en una amiga muy especial y, por último,
la galaxia, porque a pesar de los problemas, siempre han sido muy importantes para mí y
las llevo en el corazón.
Me llena de nostalgia no haber podido compartir este último año como queríamos:
riéndonos, llorando, cerrando esta etapa tan importante de nuestra vida, despidiéndonos
de nuestro colegio como queríamos, disfrutando de este último año. Siento que nos
faltaron muchísimas cosas por hacer. Queda un sinsabor al pensar en todo lo que como
promoción no pudimos vivir este año; sin embargo, solo me quedan palabras de agrade-
cimiento por el tiempo que sí pude disfrutar de mi Once, que recordaré siempre.