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Llega el año más esperado, que veía tan lejano, no era capaz de imaginar el
momento en el que me separaría de las personas con las que compartí nueve
años llenos de diferentes sentimientos y experiencias, hoy se cierra la etapa que
hasta ahora ha sido mi vida entera y aunque no es de la forma en que la imaginaba,
me sobran las gracias para todas las personas que se cruzaron en mi camino y
para los que empezaron desde el primer día, gracias infinitas, mamá y papá, por
apoyarme en todos mis sueños, por enseñarme a nunca dejar de luchar y por ser
la voz de aliento cuando más lo necesitaba; gracias, abuela, por darme ánimos
cada vez que me regañaban; gracias, hermanito, por alegrar mis días. Gracias a
todos esos profesores que fueron más allá de su materia y me enseñaron a ser una
verdadera ignaciana, me llevo en el corazón algo de cada profesor que pasó por mi
vida; gracias Luzda, Jenny, Nati Godoy, Dani Gracia, Albermis, Santi invest, Josewi y
Mati. Pero en especial gracias a esos inigualables profesores de matemáticas, de
ustedes aprendí la paciencia, por lidiar conmigo y mis habilidades numéricas,
gracias Zorrito, Fercho, Muñe y Carlitos; gracias Sonia Correa por ser un apoyo
incondicional y por siempre estar pendiente de mí. Y, por último, gracias a mis
amigos por estar ahí año tras año, por vivir alegrías, tristezas, rabias, articuladas,
regaños, fiestas, peleas y mil cosas más que nunca olvidaré, me llevo de cada uno
una enseñanza. Gracias a la vida por ponerlos en mi camino. Para ustedes solo me
queda decir mucha suerte y muchos éxitos en sus vidas. Es momento de empezar
nuestro primer día de nuestra nueva vida. Gracias, colegio san Ignacio, por conver-
tirme en un gran ser humano.
Para siempre orgullosamente Ignaciana, en todo amar y servir.